BIOGRAFÍA
Nacido en Grottaglie el 31 de mayo del 1980, en Apulia, “terrra di sud, terra di confine e terra di dove finisce la terra”. Ya, desde muy pequeño, descubrió el fantástico mundo del arte. Aquel mundo hecho de dibujos y de colores, pinturas y pinceles, objetos voladores y espacios sin tiempo… Descubrió aquel mundo que ya no dejaría jamás y que todavía hoy intenta representar con su arte. En su ciudad, creció en contacto con el arte, en la cuna de una familia de artesanos ceramistas. En el Instituto estatal de Arte realizó sus primeros estudios, de donde, para felicidad de su familia, saldrá con el Diploma en Cerámica.
En el 2000, a la edad de 20 años, se muda a la capital de Salento, Lecce, donde realizó cursos de Pintura, asistiendo a las clases del “maestro” Luigi Spano. Esto le hará entender, lo que fué y lo que es su verdadera pasión: La Pintura.
Del notable maestro pintor aprenderá el estilo surrealista y a éste le juntará su poética y la influencia de los grandes maestros de la pintura: El realismo de Caravaggio, el surrealismo de Dalí relacionado al contexto contemporáneo.
La ciudad que lo alberga, sede del gran movimiento artístico cultural, le dará la posibilidad de confrontarse con muchos jóvenes artistas y realizará numerosas exposiciones , colectivas donde mostrará cuadros pintados por un diplomado en Lecce. Es aquí cuando empezará a salir lo que será su estilo surrealista.
Terminados los estudios académicos será ya Licenciado en Pintura. En Noviembre del 2005 trasladará su residencia a Barcelona, la ciudad Bohemia de España, la ciudad de Grandes Maestros…
Los primeros comienzos fueron difíciles, le costó tiempo y dificultades adaptarse y desarrollarse en tierra española.
Hoy en día, el joven Basile ha expuesto en la galería Espai-B, en la galería Villa del Arte y varias exposiciones en bares de la ciudad condal.
En el 2007 gana el segundo premio del Festival Ecumenes 2007, con la obra Klironomia mu, un corto sobre la herencia de la cultura clásica griega.
Colabora también con una asociación de pintores para la realización del “Día Internacional de la Pintura”, iniciativa que tenia que celebrarse cada 25 de octubre, fecha del nacimiento del maestro Pablo Picasso, para sensibilizar el mundillo del arte mediante la realización de exposiciones.
Actualmente Mauro Basile expone en la galería francesa Carrè D’Artistes, en Aix-en-Provence. Se representa su nueva fase creativa en 40 obras de pequeño formato, Gulliveriana, así es como la denomina el joven artista. Sujetos reales en un mundo subreal (IRREAL) estático y sin tiempo, donde la única forma de movimiento es la presencia de hombrecitos negros, casi como si fueran hormigas, al invadir la realidad. Reflexionar de lo que quizás es nuestra verdadera realidad. Hombrecitos que buscan la manera de enviarnos mensajes en un idioma misterioso pero simplemente personal.
Qué realidad puede dibujar la combinación mágica ideal?
Qué realidad puede figurar la combinación mágica ideal?
Qué realidad puede transmitir la combinación mágica ideal?
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MOMENTI GULLIVERIANI: SCHEDA CRITICA
Quale migliore etichetta per definire ed identificare le ultime opere di Basile se non quella di Momenti Gulliveriani?
Un ciclo di dipinti che nasce in seguito ad un’attenta elaborazione e trasposizione su tela e cartone di quel mondo interiore che vive il nostro giovane artista e che, soprattutto, è capace di condurlo verso la scoperta di lati inesplorati della condizione umana.
Infatti, il suo, come quello di Gulliver, è un viaggio continuo, intenso, profondo, a volte anche tormentato, ma indispensabile per conoscere realmente la condizione del genere umano, dell’uomo del suo tempo, dell’uomo del XXI secolo.
Questi dipinti sono prodotti in serie unica che inevitabilmente, ripeto inevitabilmente, occorrono di una lettura totale, una visione continua manco fossero proiettate su uno schermo attraverso una pellicola cinematografica. Solo in questa maniera si coglie la grandiosità del momento artistico di Basile che pone il nostro Omino-protagonista nelle diverse situazioni della sua quotidianità
Traspare un mondo in cui l’uomo vive a metà tra un continuo ricorso alla irrealtà dei suoi sogni e un ritorno brusco alla vita di tutti i giorni in cui le bellezze oniriche di sogni di mezza estate, e non solo, si trasformano negli incubi più cupi.
Basile, quindi, cerca attraverso le sue composizioni di fornire spazi vitali all’essere umano ed alla sua condizione, dai quali poter attingere linfa per un possibile o sperato cambiamento.
Un momento gulliveriano che, allora, diventa a tutti gli effetti un momento quasi surrealista, in cui l’arte consente di sprigionare tutta la propria interiorità sino a diventare strumento di un’evoluzione esistenziale.
Siamo di fronte ad una pura casualità o Basile recupera nel suo tempo il pensiero di Rimbaud per cui l’azione artistica concorre alla trasformazione della propria vita e non a quella del mondo?
I Momenti Gulliveriani di Basile si dimostrano crudi e, a volte duri, nel presentarci l’uomo, o sarebbe meglio dire quel che resta della sua possanza e forza fisica, alle prese con le difficoltà del mondo esterno, quel mondo che sino a poco tempo fa dominava e metteva ai suoi piedi, ma che adesso lo attanaglia.
Basile diventa allora come Gulliver, un viaggiatore che attraverso mille peripezie conosce il suo tempo apprendendone i risvolti di una continua evoluzione.
Un viaggiatore che, consapevole del suo stato e di quello del genere umano, coscientemente si abbandona all’immediatezza dei propri sogni sino a farli divenire puri e materiali nei suoi dipinti.
Gli omini protagonisti del suo ciclo si rapportano continuamente con la natura e l’ambiente circostante, ma, a volte, ne rimangono distanti e quasi spaesati.
Basile rafforza questa inattendibilità del protagonista proiettandolo in una condizione oggettiva senza tempo, in cui lo spazio definito è assente e l’uomo è costretto a pellegrinare in un ambiente vago, senza punti di riferimento sino al limite della cornice che sancisce, fortunatamente, il limite oltre il quale non andare.
L’assenza del colore nella parte circostante si trasforma gradualmente nella raffinatezza cercata ed ottenuta delle cromie che definiscono i singoli oggetti.
D’altra parte Basile, in tutte le composizioni del suo ciclo sceglie non casualmente il nero per identificare il suo piccolo protagonista. Il colore è il più adatto per dare consistenza fisica ed ancorare l’omino allo spazio del dipinto, altrimenti volerebbe via librando nell’aria.
Personalizza, Basile, la propria composizione attraverso l’uso di una tecnica particolare in cui ricorre alla penna nera Bic, all’acquerello e olio, un mix che, come lui stesso ama definire, lo avvicina al modus pensandi di manierista memoria.
Concludendo, il giovane artista si cimenta, attraverso i Momenti Gulliveriani, in una serie di opere che meglio gli consentono di accostarsi ai temi essenziali della condizione umana dell’uomo della nostra contemporaneità.
Una digressione che Basile affronta non solo artisticamente, ma anche ideologicamente, dalla quale ne esce arricchito interiormente e speranzoso di toccare la sensibilità del fruitore della sua opera artistica.
Prof. Diego Cantore
Barcellona 10-8-2008
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Mauro Basile y los Lilliputienses, nosotros.
Cuando uno se enfrenta a la obra de Mauro Basile la extrañeza se apodera de la visión, la ominosa cotidianidad se agiganta y sucumbimos ante nuestra fetichización del mundo material, ese mundo donde reinan “las cosas, los objetos”.
La proeza es apresar al gigante para que no se escape de nuestro dominio de realidad, o para protegernos tras haber caído en la cuenta de que mucha veces somos las presas fáciles de esos fetiches, y que al igual que en la historia de Los viajes de Gulliver nosotros los gigantes, en realidad somos los enanos, y que los enanos son los verdaderos gigantes.
Sé pequeño, mézclate y pasarás desapercibido; escóndete evidenciando tu escondite, vuélvete aparentemente inofensivo y pasarás inadvertido fácilmente. Quizás ésta sea la máxima de todas esas “cosas” que nos vuelven tan pequeños, esas pequeñas cosas de las que somos víctimas y que no vemos o que hacemos enormes, “cosas” que son inalcanzables de tan accesibles o que se han vuelto tan peligrosas de humanizadas que están, y ahí, el artista develando la incógnita mediante el mágico relato de la pintura y el trazo, y la prosa Jonathan Swift como diluyente filosófico de los claros e irónicos tintes que construyen la obra de Basile.
En sus desiertos blancos, la atención es guiada por el color cual manchas de atención. Las formas terminadas y refinadas se depositan en lo inanimado, mientras que pequeños sus enanos son apenas esbozos trágicos, hormigas multiformes, que asombradas o resignadas observan las escenas, y son ubicadas como en un mapa, guiando así el lugar donde el espectador debe ubicarse.
Basile, desde mi punto de vista, nos invita a sensibilizarnos sobre lo que olvidamos, y a reflexionar sobre lo que sin darnos cuenta hemos naturalizado ya, la objetivación del ser humano y la humanización de los objetos, y al mismo tiempo, como los objetos se han convertido en el centro de la atención, soles de asteroides que giran sin sentido alrededor de ellos.
Lic. Arturo Maximiliano Uceda
Periodista especializado en crítica del arte.